Festividades

Altar de Día de Muertos, una tradición viva

El altar de día de muertos es una ofrenda que ha evolucionado en el territorio mexicano desde que las culturas prehispánicas comenzaron a crear una cosmogonía del más allá, hace más de medio milenio. La relación entre vivos y muertos, entre seres humanos y dioses, así como entre el mundo terrenal y los distintos niveles del inframundo, son parte de lo que estos altares, desde entonces y hasta hoy, simbolizan.

Pasado Prehispánico

La ceremonia de poner un altar de muertos en su origen tenía propósitos específicos:
– Recordar a los muertos -«traerlos de vuelta» mediante lo que disfrutaron en vida.
– Encaminarlos hacia el lugar de la muerte que les correspondía según el papel que desempeñaron en vida y la forma en que murieron.
Rendir culto a los méritos de su «desempeño existencial»
– Invocar a las almas para tener su guía en rituales sagrados –nacimientos, matrimonios, otros fallecimientos, etcétera– y como intercesores ante los dioses «en el otro mundo».
En esa época las celebraciones dedicadas a los muertos se llevaban a cabo a lo largo de cuatro años y cuatro meses –tiempo que le tomaba al difunto llegar a su destino final, según los periodos lunares de la astronomía mexica.

Mezcla de dos culturas

Se lleva a cabo durante los primeros dos días de noviembre –fechas que se adoptaron con el calendario cristiano.
A pesar de que el actual altar de muertos es producto de la fusión de culturas completamente opuestas –la mexica y la española–, aún conserva elementos que fueron establecidos desde mucho antes de la Colonia.

Un presente ancestral

El mayor cambio en los altares para los muertos sucedió durante la Colonia.
Los ritos prehispánicos y los cristianos se fundieron, pero hoy, aunque cada persona puede escenificar su altar al gusto, existen distintos lineamientos para alzar la ofrenda. La  costumbre consiste en:
– Instalar una mesa cubierta con papel picado que representa al viento, uno de los cuatro elementos del mundo físico.
– Sobre este deben ir los restos de los difuntos, simbolizados con calaveritas de azúcar o chocolate marcadas con sus nombres.
 Veladoras –fuego– para alumbrar el camino del alma hacia el que fue su hogar en vida.
– Se ofrecen platillos, bebidas –tequila, mezcal, cerveza y agua– y dulces, los preferidos por el difunto. En Xoxocotlán el Pletatamal es la comida ancestral que preparan las familias para convivir con las almas que las visitan.
– También frutas y semillas, que representan en el altar a la tierra.
– Por último van los «entierros», que son ataúdes hechos de cartón, madera o barro, junto con muñecos de papel de china o crepé, que deben ser adornados con flores de cempasúchil –cempoal xóchitl, ‘flor de 20 pétalos’– que además de ornamento, son guía en el camino que debe seguir el muerto: con ellas se forma una cruz griega cuyo centro representa la unión de los cuatro caminos que conducen de vuelta al inframundo.
– Finalmente, los vivos –para asegurarse de que el espíritu al que abren las puertas de su hogar es un «alma buena»– usan inciensos, copal y sal para purificar el ambiente y alejar a las almas corrompidas.
El altar de muertos –y su significado– está íntimamente relacionado a la cosmogonía indígena, que a diferencia de la occidental –que ve a la muerte como el final de la materia– plantea a la muerte como complemento inherente a la vida.
Una tradición prehispánica que está más viva que nunca en xoxocotlán. Desde los altares familiares, que son íntimamente personales, hasta las celebraciones públicas que recuerdan a los grandes personajes que nos han dejado, pero cuyo legado vive entre nosotros todos los días.

admin

El grupo de comunicación más influyente en Xoxocotlán.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Share via
Copy link
Powered by Social Snap