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Nuu Viko (La nube negra)

Nube de muerte, nube divina
Sí el cielo se traga el sol
Esconde a los críos,
Esconde a los guajolotes
Busca el musgo verde del arroyo
Y a la diosa madre implora ayuda
Es un come niños, es un devora hombres
El tiempo “ñi sabbie” ha llegado
Sí tu corazón es puro
Del musgo verde saldrá la afilada piedra, de corazón negro
Solo el fuego del sol su corazón seca.
“Ñuu viko” él come niños, el devora hombres.
Prueba tu espíritu para qué la desgracia arda en fuego de sol.
La suave brisa mañanera encomiaba la resequedad de mi rostro, una superficie que la crema humectante hacia mucho no acariciaba. Mi vista no se despegaba de mis pasos fatigados, subiendo la montaña sagrada; Al tomar resuello mi mirada prófuga de mi pesar alcanzaba la figura ágil de aquel personaje más vive en mi recuerdo…y en mi historia.
-Abuelo… espera… tomemos un descanso
-Eres la vergüenza de tus antepasados mi niño…sabes que la fuerza del paso al andar no viene de tus piernas, si no de la convicción, así que apúrate, no sea que “el Nuu viko” te caiga
-El que?
-“La nube negra” mi niño, el roba niños…
Anda vamos si llegas a la cima descansaremos y te contare…
Seguir el trote al viejo en aquella pendiente era todo un reto despiadado a mis piernas; y todo un proceso de fe…
Fatigado, sintiendo mi corazón como tambor, mis piernas como piedras y mi voluntad como trapo viejo, alcance la cima y me tire panza arriba…
-Ándale mi niño, tu pálida cara me recuerda tu escuálido espíritu…jajajaja
-de que hablas gran coyote, me debes una historia, me debes una de esas aventuras que tú sabes.
-escucha con atención, chamaco de pacotilla; escucha esta leyenda que el olvido enterró…
Hubo un tiempo donde no todo era tranquilidad en el valle de los mixtecos-zapotecos, hubo un tiempo de terror y desasosiego, hubo un tiempo de monstruos… de seres míticos.
Se cuenta que en tiempos de los antiguos existía un monstruo volador un monstruo del tamaño de una choza. Se llevaba a los perros, y a otros animales.
Pero lo que causaba consternación y miedo era que los niños comenzaban a desaparecer…
En aquel entonces solo una sombra, una nube negra era la señal que una fantasmagórica maldición caería sobre su víctima.
En aquellos tiempos existía un guerrero educado en las ancestrales artes de guerra de los antiguos, la “mala enfermedad” lo dejo solo con un hijo; un hijo sin madre.
Pues así como te cuento, Nuu viko fue la cúspide de su desgracia. Una tarde de cielo despejado termino por arrebatarle a este hijo.
Primero el dolor consumió su cuerpo y su mente, después el rencor le arrebato la vida pues aquel monstruo se convirtió en obsesión.
Solo vivía para la venganza.
Comenzó a cazarlo; primero poniendo niños hecho de ramas y hiervas pero el ave era muy astuta, y se daba cuenta del engaño.
Y un fatídico día, mi niño, se encontró con el monstruo de frente, era un águila inmensa, pero lo que más lo conmociono es que era un ave de dos cabezas.
Dando muestras de valor inmensurable corrió hacia aquel monstruo armado con su lanza de punta de obsidiana, con valor y agilidad logro estar tan cerca del ave lo suficiente como un disparo con aquella lanza mensajera de muerte. Pero el plumaje de aquel monstruo era impenetrable y simple y sencillamente el gran pájaro escapo…
Y un día de sol brillante -mi niño- se le ocurre la gran idea, viene a él el gran plan.
Con sus manos construye una canasta, que llevaba la figura humana hecha de ramas secas y abrojos, pero en el interior de esta figura de niño, la embarro de resina, haciendo de esta canasta una trampa flamígera y mortal.
Camino por toda la ladera de la montaña sagrada todas las tardes esperando a su presa, danzando y brincando con el único fin de atraer la atención de Nuu viko; el destino lo recompenso con la figura en el cielo de lo que buscaba… el monstruo apareció. Majestuoso y proyectando una sombre veloz y oscura recorría aquella ladera.
El movimiento danzarín de aquella canasta con figura humana, llamo la atención a la inmensurable ave, quien no tardo en embestir a su presa; que en vez de la inocencia guardaba una invitación al infierno.
La escena que seguía es deducible mi niño; aquella bestia arremetió con gran velocidad.
Cuando el ave metió las garras en aquella figura de niño, se empapo de brea, pegando inevitablemente aquella canasta a sus garras.
Y cuando remonto su vuelo, este fue perseguido por una flecha que en la punta llevaba, brea ardiendo.
Aquel listón de fuego cruzo el cielo siguiendo a aquel monstruo volador.
La canasta en las garras de “la maldición negra” se convirtió en una bola de fuego que hizo que el ave cayera en llamas, invitando a aquel guerrero mitigar la venganza que vivía en su pecho.

Después de pelear con el monstruo imposibilitado del vuelo y herido de muerte, le empujo su cuchillo de obsidiana en su pecho.
Los viejos presumían y contaban siempre señalando al hoy cerro del fortín; ahí tenía su nido el gran Nuu viko¸ la nube negra; después de ese tiempo el nombre de ese fiero guerrero se convirtió en olvido, y la tranquilidad volvió a estas tierras.
En la época de las cosechas donde se le daba gracias a la madre tierra por ser generosa la gente celebro todos los años con danzas y canastas de flores y de figuras de niños En aquellas verbenas al llegar la noche eran quemadas en recuerdo a la proeza de esta historia.
Desde aquel día los convites y quemas de canastas no fueron tan simples para mí y siempre que la corona de pirotecnia remontaba el cielo, mi vista las seguía buscando a “Nuu viko” buscando a la nube negra.

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